¿Qué es y por qué queremos cambiar?

Frecuentemente se habla de cambiar. Muchas veces la gente se pregunta si es posible, y cuán probable, que las personas cambien. ¿Qué significa esto? ¿Puede alguien cambiar? ¿Qué es lo que se cambia? ¿Cómo? ¿Quién es el que cambia? En general, he observado que existen dos escenarios en los que los seres humanos decidimos que queremos cambiar. Intentaré aclarar esto en los siguientes párrafos.

Tocar fondo

El primer escenario, que es el que más ocurre, es también el más duro. Se trata de aquellos casos en los que la persona toca fondo. Llega a un punto de quiebre en el que el dolor y el sufrimiento es tan alto que lo hace concluir que no quiere eso nunca más en su vida. Piensa algo así como “ya fue suficiente, no quiero más de esto”. Normalmente a todos nos duele ver a un ser querido o a alguien llegar a este punto y uno quisiera que haya una manera más fácil pero pareciera que esta es la mecánica más efectiva del cambio verdadero y profundo.

Ser consciente

El segundo escenario, probablemente menos doloroso y más evolucionado, es aquel en el que la persona no llega a tal punto de quiebre sino que logra advertir de antemano que necesita incorporar algo para su bienestar (corporal, mental o espiritual). La persona es consciente de que se puede estar aún mejor y no es necesario dolor ni sufrimiento para querer eso. Incluso puede ser alguien que ya esté en una situación de gran bienestar y entiende que es positivo más bienestar. Esto incluye fines espirituales.

¿Qué es lo que se cambia?

Cuando se habla de cambiar a veces se puede cometer el error de quedarse en lo abstracto. El término cambiar por si solo es muy vago como para significar algo importante en la vida de alguien. Alguien podría querer cambiar una cualidad, un defecto, una característica de su personalidad; no necesariamente toda su vida. Alguien tal vez sea una persona muy exitosa en sus relaciones y con el dinero pero tiene una mala salud, por lo tanto, querrá cambiar eso. También podría ser alguien con una muy buena salud excepto por un problema específico de una parte del cuerpo. Tal vez se trate de un hábito o de un rasgo de su personalidad. Cada uno tiene el deber de identificar con precisión qué es exactamente lo que quiere cambiar. Definirlo es el comienzo del camino de la eficacia ya que es necesario para luego poder medir el resultado y evaluar si realmente algo cambió.

¿Quién es el que cambia?

Esta es una pregunta fundamental, sobre todo en aquellos casos en los que el cambio es rotundo. Es muy importante entender que…cuando cambiás, ES DISTINTO.

Debe aceptarse que el “viejo yo” no va a estar más. Ahora hay un “nuevo yo” en donde esa realidad anterior no tiene lugar.

¿Qué tan rápido se puede cambiar algo?

Es normal querer saber esto pero es una pregunta que conviene desestimar.

El camino del cambio que yo conozco, que es el de la meditación y de la reprogramación subconsciente, colisiona contra esta pregunta.

En primer lugar, porque las expectativas nos hacen perder mucha energía. En segundo lugar, porque la fe es esencial para lograr cualquier cosa importante. Por último, porque ¿qué importa?

Como mínimo, no es más importante que el proceso ni que el resultado en si mismo. Por ejemplo, si una persona quiere ganar un millón de dólares y lo logra en un período de dos años, es muy probable que durante esos 24 meses su cantidad de dinero haya crecido constantemente. Cuando tenía 10 mil y pasó a tener 100 mil debe haberse sentido muy exitoso. Lo mismo cuando pasó de 100 mil a 200 mil y así sucesivamente. Por lo tanto, podría decirse que disfrutó el proceso, el cual fue mejorando continuamente y esa pregunta inicial perdió importancia.

El subconsciente y el cambio

Los seres humanos somos “criaturas de hábitos”. Los hábitos se alojan en la mente subconsciente. Por lo tanto, la mayor parte de nuestra vida está dirigida por nuestra mente subconsciente. Es la gran orquestadora de todo. Cuando alguien quiere cambiar algo, en realidad lo que quiere cambiar está en su mente subconsciente. Muchos autores han hablado largo sobre esto. Algunos de ellos son: Joseph Murphy, Bruce Lipton y Joe Dispenza. Sus libros explican en detalle cuál es el lugar de la mente subconsciente en la vida de las personas. Si tuviera que resumirlo diría que es el secreto que muchos meditadores ignoran. Las técnicas de reprogramación subconsciente son la llave maestra del cambio.

3 recomendaciones

1. Elegir qué es exactamente lo que uno quiere cambiar, definirlo por escrito con total detalle y establecer metas y objetivos que pongan a uno en un punto óptimo de estrés. No se trata de volverse loco ni de hacerse mal, por eso digo punto óptimo, refiriéndome a un punto en el que uno no está cómodo donde está y tiene que salir de la zona de confort para lograr algo que implica un bien mayor.

2. Entender y practicar al máximo de qué se trata la reprogramación del subconsciente y cuál es el papel que juega la meditación en ello.

3. Si tuviera que recomendar dos lecturas sobre este tema, elegiría, por un lado, una más bien técnica (especialmente para quienes les gusta entenderlo científicamente): “Deja de ser tu” (Breaking the habit of being yourself) de Joe Dispenza. Por otro lado, una más general y menos científica: El poder de tu mente subconsciente, de Joseph Murphy.

Conclusión

Cambiar es posible, sobre todo cuando se trata de un rasgo de la personalidad. Esto no significa que alguien no vaya a cambiar otra vez para volver a ser el mismo de antes. Ahí debe analizarse más la probabilidad que la posibilidad. Los cambios, al igual que la salud, la economía y el amor, deben mantenerse. Todo cambio tiene un precio y uno debe analizar si está dispuesto a pagarlo. Recordar que antes de todo lo que se sugiere arriba, es esencial aceptar la realidad tal cual es, aunque no sea la que uno quiera.

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¿Qué es y por qué queremos cambiar?

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