Meditación y estrés (III)

Por ejemplo, si alguien me dijera que en la calle donde vivo todos los días roban 100 celulares por día, probablemente cada vez que esté ahí y necesite usar el celular, sienta algún estrés. Sin embargo, si esa persona que me dio ese dato luego me dijese que era mentira, que según las estadísticas oficiales allí nunca se ha robado un celular, ahora mi visión del peligro sería completamente distinta y ya no me estresaría si tuviera que usar el teléfono en ese lugar. 

Otro ejemplo: una persona siente vergüenza por sacarse la remera en la playa porque no está a gusto con su cuerpo y teme las críticas o el juzgamiento de los demás. Esto le estresa. Aquí la persona tiene dos posibles soluciones. Una sería adaptar su cuerpo de modo tal que no sea juzgado negativamente por nadie. Otra solución, probablemente más razonable, sería cambiar la importancia que le da a la opinión de los demás sobre su cuerpo, se reduciría significativamente su nivel de estrés. 

Por supuesto que si uno está en una situación insalubre está bien querer adaptar su cuerpo pero la razón adecuada para hacerlo no es la opinión de los demás (esta existirá cualquiera sea el cuerpo que uno tenga) sino la búsqueda de una salud mejor.

En estos ejemplos se observa cómo las creencias pueden ser generadoras de estrés.